Museo Muséu del Pueblu d´Asturies
Inventario FF020127
Clasificación Genérica INDUMENTARIA
Objeto/Documento Negativo
Autor/a Ediciones Alarde (doc. 1958-1985)
Materia/Soporte Vidrio
Dimensiones Altura = 150 mm; Anchura = 100 mm
Descripción Agrupación folklórica ovetense "Educación y Descanso", dependiente de la Obra Sindical, posando frente a la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo acompañada por sus gaiteros, Feliciano Iglesias, de Santa Ana de Abuli y el tambor "Sarillas".

Los bailes de parejas enfrentadas, vinculados con metros y estrofas populares y ejecutados con instrumentos provinciales, se difundieron por el país en el siglo XVIII y, como había sucedido con el branle anteriormente, desarrollaron variantes regionales de intenso sabor local cuya peculiaridad era reconocida por propios y extraños. Del mismo modo que, a lo largo de la historia, bailes cultos y populares cumplieron su «ciclo vital» y se extinguieron, cabría haber esperado que estas manifestaciones hubiesen terminado por caer en el olvido a su propio ritmo, siendo reemplazadas por lo novedoso; sin embargo, han sobrevivido hasta nuestros días gracias al movimiento romántico, que encontró en las músicas y danzas del pueblo una parte del "Volksgeist" sobre el que se edificarían las identidades de la Europa contemporánea. Esta visión patrimonial e identitaria del baile popular inaugura una etapa de «folklorización» que, en Asturias, se inicia en la segunda mitad del siglo XIX, prolongándose a lo largo del siglo XX y alcanzando nuestros días.

La preocupación por la música populare se justificaba por la amenaza de su desaparición, que en el siglo XIX era profecía y en el XX comenzaba a ser realidad. Una parte significativa de las actuaciones iniciadas en torno a ella nació de la iniciativa popular y consistió en la formación de grupos folklóricos. En las primeras décadas del siglo XX continuaban afianzándose y diversificándose los bailes de parejas enlazadas, al tiempo que se agravaba el proceso de deterioro y pérdida de los bailes procedentes de ciclos modales anteriores. Percibidos en su conjunto como el «auténtico» baile asturiano, todos aquellos bailes y danzas que precedieron al «agarrao» y fueron arrinconados por este pasaron a constituir el repertorio de las nacientes agrupaciones folklóricas, las cuales, pese a su orientación primero patrimonialista y más adelante historicista, crearon una paradójica frontera entre la praxis popular (o lo que quedaba de ella) y su personal interpretación de la misma, al transformarla en una representación y someterla a sucesivos procesos de estilización acordes con los criterios estéticos impuestos en cada momento. Esta corriente de espectacularización alcanzó su cima durante el régimen de Francisco Franco, que, a través de algunas organizaciones del Movimiento, replanteó el heterogéneo folklore musical de España desde la óptica de la unidad territorial y espiritual de los pueblos españoles.

El discurso de la diversidad regional dentro de la unidad nacional perduraría a lo largo de todo el franquismo y se materializaría en distintas actuaciones culturales, promovidas en la medida en que no entrasen en conflicto con su unitarismo programático. Estas actuaciones consistieron en la escenificación de los tópicos del regionalismo decimonónico, consolidados en todo el país y aún vigentes en la psicología popular. La mayor parte de la actividad en torno al folklore musical durante las cuatro décadas del régimen franquista se centró en su difusión, con tintes decididamente propagandísticos. Puede parecer que la delicada situación social, económica y política de la posguerra, agravada por el inicio de la guerra europea, no ofrecía el marco más idóneo para el cultivo del canto y el baile de raíz popular. Paradójicamente y pese a las dificultades coyunturales, aquellos no solo no cayeron en el olvido, sino que experimentaron un cierto auge, promocionados por un estado autocrático y nacionalista que asumió la dirección de los asuntos folklóricos, canalizando sus acciones a través de los Grupos de Coros y Danzas de la Sección Femenina de FET y de las JONS. Estas agrupaciones se formaron en toda España desde los años cuarenta y desarrollaron sus tareas en los territorios que se hallaban bajo la tutela de las distintas delegaciones provinciales, cuyo destino más habitual fue la formación de un repertorio escénico para las concentraciones y fastos del régimen, las manifestaciones sindicales y, desde los años cincuenta, para todo tipo de festejos populares y eventos sociales, en los que ponían la nota nostálgica de un panorama musical ya dominado por las orquestas de corte americano y los bailables de moda: fox, bolero, mambo, pasodoble, twist y otros. El folklore, controlado desde el aparato estatal, se puso al servicio del régimen, que lo integró en su protocolo como elemento que fluctuaba entre lo ideológico y lo estético, aunque la tendencia, con el paso de los años, sería acentuar progresivamente el segundo aspecto. El fin de la guerra europea y el aislamiento de España en la nueva coyuntura internacional favoreció el abandono por parte régimen de sus postulados más germanófilos, hecho que influyó en la posterior trayectoria de las agrupaciones folklóricas que ya estaban funcionando por todo el país. Estas, pese a que nunca abandonaron la estructura y el ámbito de la Falange, distendieron en cierta medida la disciplina paramilitar de los primeros años y se transformaron paulatinamente en entidades más artísticas que políticas, prontas a la llamada de los fastos del régimen, pero cada vez más abiertas a las festividades populares y los eventos meramente recreativos, en consonancia con un nuevo y muy medido «aperturismo» sociológico, materializado en el auge de la España turística con sus consabidos tópicos.

En el ámbito del folklore, la Sección Femenina mantuvo un "status" preferente en las principales poblaciones españolas, pero desde los años cuarenta desarrollaron también su propia actividad entidades como los Grupos de Danzas de la Obra Sindical Educación y Descanso, inicialmente bajo la poco afortunada denominación «Alegría y Descanso», que después fue corregida en favor de "Educación y Descanso". La formación de agrupaciones relacionadas con el ocio se contemplaba en el "Fuero del Trabajo" y en la "Ley de Principios del Movimiento Nacional de 17 de mayo de 1958", una de las ocho Leyes Fundamentales, cuyo punto XII establecía que «el Estado procurará por todos los medios a su alcance perfeccionar la salud física y moral de los españoles y asegurarles las más dignas condiciones de trabajo». La Obra Sindical se estructuraba en cinco secciones: Deportes, Extensión Cultural, Turismo Social, Promoción y Orientación y Programación e Inversiones; las agrupaciones folklóricas dependían de Extensión Cultural.
Datación 1970[ca]
Descriptores Geográficos Oviedo (capital)
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